En los últimos días, Nintendo anunció el hecho de que el Switch se ha convertido en la consola que más rápido se ha vendido en la historia de los E.U., mientras que en Japón ha superado las ventas totales del Wii U. Para no quedarse atrás, los fanáticos de Sony se apresuraron a señalar que el PlayStation 4 está en camino de alcanzar las 100 millones de unidades vendidas y a una velocidad mucho mayor de lo que lo hizo el PlayStation 2, la consola más vendida de todos los tiempos, ¡muchas gracias!
Por supuesto, estas estadísticas no son más que el reflejo de que, a pesar de toda la incertidumbre en el mundo, la gente todavía disfruta de los videojuegos. Además, Sony y Nintendo continúan apuntando hacia objetivos bastante distintos con sus respectivos sistemas. Después de todo, el Switch llegó unos meses después del PlayStation 4 Pro, una actualización con capacidad de 4k para la consola de Sony; aun así, Switch se asemeja más al Nvidia Shield, un dispositivo basado en las tabletas que se lanzó al mismo tiempo que el PS4 original. El Switch nunca podrá competir con el hardware actual de PlayStation o Xbox en términos de potencia pura. Lo cual está bien, ya que ése no es el objetivo de Nintendo.
Nintendo está retomando su talento principal, lo que hace mejor que cualquier otra compañía de videojuegos: anticipar y satisfacer los patrones de juego reales de los jugadores. Tal vez se deba el ADN de fabricantes de juguetes de la compañía, pero a Nintendo siempre le va mejor cuando evita las tendencias populares y en su lugar pregunta: «¿Cómo podemos ofrecer una experiencia de juego que la gente quiera?». Del mismo modo, sus consolas tienen un desempeño más pobre cuando su diseño se basa en la búsqueda de tendencias o, peor aún, en el deseo de forzar experiencias de juego específicas en sus fanáticos. Sólo pensemos en Virtual Boy, el sistema «portátil» que oscurecía tu visión y tenía que jugarse en una superficie plana y estable… idealmente cerca de una fuente de energía.
Con el Switch, Nintendo vuelve a empezar de cero y se juega todo en un dispositivo que existe simplemente para cumplir las necesidades prácticas de los jugadores, cualesquiera que sean. Podría haber salido bastante mal; la consola gira en torno a un concepto muy avanzado e involucra una gran cantidad de partes y piezas extraíbles. Nintendo asumió un riesgo considerable al presentarla al mundo: un sistema con partes intercambiables que se puede jugar en cualquier cantidad de configuraciones. Pero funcionó, porque todos los que jugaron con el Switch encontraron que su concepto era inmediatamente intuitivo, a pesar de la molestia de acoplar el hardware y cambiar los Joy Con. Es una consola apropiadamente basada en la televisión que puedes llevar a todas partes.