Unos hombres armados atacaron la iglesia de San Francisco Javier en Ondo, Nigeria, durante la misa de Pentecostés, cuando empezaron a disparar indiscriminadamente tanto dentro como en los alrededores de la iglesia, hasta que finalmente hicieron explotar una bomba que mató a medio centenar de personas e hirió a muchas otras.
Las personas que asistían a este acto religioso pronto se vieron atrapadas en circunstancias caóticas mientras los disparos sonaban desde todas las direcciones, algunos incluso detrás de las puertas cerradas, donde las víctimas, incapaces de escapar, murieron de forma horrible debido principalmente a que no había forma de salir, excepto a través de ventanas demasiado altas para cualquier persona que estuviera bajo el nivel del suelo.