Por imposible que parezca en 1936, un equipo de filmación de la Alemania de Hitler desembarcó en México con la misión de grabar un documental sobre la extracción y producción del pulque, una bebida fermentada de la planta del maguey con miles de años de antigüedad.
La película, dirigida por Hubert Schonger (1897-1978), uno de los cineastas más prolíficos de aquella época, se perdió después de la Segunda Guerra Mundial entre cientos de archivos polvorientos producidos durante el Tercer Reich.
70 años después, en una subasta pública en Berlín, un coleccionista mexicano compró la vieja lata desgastada por 4.000 pesos (unos 40 dólares de la época) fue la única puja que recibió el objeto.
Dentro, en perfecto estado, se encontraba el único documental que recoge cómo era el cultivo y el consumo de pulque en México en los años 30.
La lata que contiene el documental de 1936 y el libreto que se utilizaba para narrar la película. Teresa de Miguel
Javier Gómez Marín, es ese coleccionista. Sostiene con ligereza entre sus dedos delgados la estrecha película de 16 milímetros donde se lee: Pulquebereitung in Mexiko (La producción del pulque en México).
“Casi me desmayo. Es como encontrar el Santo Grial del pulque”, dice este Indiana Jones de la ciudad de Puebla que atesora más de 8.000 objetos relacionados con la bebida mexicana y es funcionario de la secretaría de Cultura del Estado.
Ordenados con la pulcritud de un taxónomo, todos los objetos que rodean a Gómez Marín tienen que ver con el pulque, la planta de maguey y la historia de la bebida más consumida en México a comienzos del siglo XX.
Libros, obras de arte y hasta la primera botella en la que se envasó la bebida a finales de 1800. “México dejó morir el patrimonio cultural del pulque”, dice el experto enfundado en un traje gris claro.
“El nacionalismo cultural durante los 30 y los 40 reivindicó las raíces de México a través del pulque”, señala Gómez Marín quien considera que es muy importante recuperar el documental alemán para el patrimonio cultural y gastronómico de su país. Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Guadalupe Posadas pintaron e hicieron grabados con temática pulquera. También fue de interés para el director ruso Sergei Eisenstein, quién rodó una parte de su película ¡Que viva México! (1932) en una plantación.