Así como lo leíste, ¿Cómo se dio esta famosa colaboración entre artistas? En la década de los 40, un poco antes de que Hitchcock se convirtiera en la imagen más grande de Hollywood, el director reunió a Ingrid Bergman y Gregory Peck para un proyecto fílmico titulado Spellbound.

Por qué soñamos y cuál es el significado de esas experiencias son dos preguntas que se atribuyen a distintos campos. Mientras la primera se puede asociar a un concepto más científico y riguroso, la segunda representa algo más humano. Conforme pasa el tiempo, la ciencia ha ido revelando puntos que explican el proceso onírico en los seres humanos, pero no su relación con la persona misma.

La primera idea de esta cinta, en la que el productor David O. Selznick invirtió mucho dinero para poder tomar control en la trama, era presentar los beneficios del psicoanálisis como consecuencia de que el mismo Selznick había probado tratamiento.

El tema de los sueños es fascinante precisamente por eso, porque no lo comprendemos y a pesar de los avances tecnológicos y científicos, no logramos descifrar de dónde vienen y cuál es su propósito. Lo único que nos queda ante un abismo como este, solución aplicada desde que el hombre es consciente de su única naturaleza, es el arte.

La literatura, la pintura y el cine, por mencionar los más impresionantes, se han encargado no de darle a los sueños una explicación subjetiva que no termine de satisfacer a nadie, sino de darle un sentido y un cargo que vaya más allá del cuerpo.

Uno de los artistas encargados de esto, sino es que el máximo exponente, fue Salvador Dalí, un pintor español que basó su obra en las experiencias oníricas, la confusión de las mismas y la belleza dentro de un mundo que es propio. Esto convirtió a Dalí en el embajador de los sueños, o al menos de su representación visual, y en la persona perfecta para trabajar con uno de los directores más grandes e influyentes del siglo XX: Alfred Hitchcock.

Sin embargo, Hitchcock era un controlador aún más grande y no permitía que nadie interfiriera entre él y sus películas. Así que el británico tomó como referencia The House of Dr. Edwardes, una novela de 1927 escrita por Francis Beeding (una colaboración literaria), y construyó la historia final que se presentó en 1954 en Spellbound:

El filme sigue la historia de la doctora Constance Peterson, la única psicoanalista mujer en el asilo Green Manors en Vermont. Desde el principio, Hitchcock nos presentó a Constance como una mujer fría, con poco apego humano y un aparente dominio total de sus impulsos y sentimientos.