Se dio a conocer que Estados Unidos ha bombardeado posiciones de la milicia iraquí a la que responsabiliza del ataque que la víspera mató a tres soldados de la coalición internacional en la base de Taji. Se trata de un mensaje a Irán, patrocinador de Kataeb Hezbolá y otros grupos armados chiíes. Sin embargo, corre el peligro de alentar una nueva ola de antiamericanismo entre los iraquíes que ven su país convertido una vez más en el campo de batalla de Washington y Teherán. El Gobierno de Irak ha condenado la incursión que ha matado a seis de sus ciudadanos.

“Es un claro mensaje de que EE UU no va a tolerar ataques iraníes indirectos con armas facilitadas por Irán”, ha declarado el general Kenneth MacKenzie, jefe del Mando Central (CENTCOM, del que depende la operación en Irak) durante una comparecencia ante la prensa. Mackenzie también ha dicho que consultaron con Irak antes del ataque. “Sabían que la respuesta estaba de camino”, ha asegurado.

Pero los iraquíes no lo ven igual. Tanto las autoridades civiles como militares han condenado la operación de represalia como una violación de su soberanía. El Ministerio de Exteriores ha convocado con motivo de “la agresión americana” a los embajadores de Estados Unidos y el Reino Unido, países de origen de los tres muertos en el ataque del miércoles por la noche.

“El pretexto de que se trata de una respuesta a la agresión contra la base de Taji es un falso pretexto que sólo lleva a la escalada y no facilita una solución”, asegura el comunicado emitido por el Mando Conjunto de Operaciones iraquí. Según su recuento, el bombardeo ha matado a tres soldados, dos policías y un civil, y herido a otras 12 personas, además de destruir infraestructura, armas y equipos militares.

El Departamento de Defensa de EE UU, por su parte, ha manifestado que sus aviones bombardearon “cinco centros de almacenamiento de armas” de Kataeb Hezbolá y redujeron “de forma significativa su capacidad para llevar a cabo futuros ataques contra las fuerzas de la coalición”.