El restaurante Osteria da Luca, situado en pleno corazón de Venecia, ha sido castigado este miércoles con una multa de 20.000 euros por cobrar esta semana una cuenta de 1.143 euros a cuatro estudiantes japoneses por cuatro filetes, un plato de pescado frito y dos copas de vino tinto, según ha informado el diario La Nuova Venezia. La sanción, la respuesta de la ciudad a lo que se considera una estafa, ha sido impuesta después del control realizado por la policía municipal a este establecimiento regentado por ciudadanos chinos y tras comprobar que el local no emitió ninguna factura a los cuatro universitarios. Sin embargo, los agentes no han encontrado irregularidades desde el punto de vista comercial y de salud para el cierre de la empresa.

La copia del recibo de la cuenta que pagaron los cuatro estudiantes en Venecia, publicada por 'Il Gazzetino'.
La copia del recibo de la cuenta que pagaron los cuatro estudiantes en Venecia, publicada por ‘Il Gazzetino’.

Las pruebas de la estafa, que no deja de ser un abuso recurrente en muchos locales de la ciudad, fueron entregadas esta semana por los estudiantes a la policía de Bolonia. Este martes, los agentes inspeccionaron el local, que ha derivado en la multa de 20.000 euros. El establecimiento muestra en su entrada la marca de calidad «Venice Quality Food», un logo que otorga la Asociación de Establecimientos Públicos (AEPE), con el patrocinio del Ayuntamiento de Venecia, para valorar los restaurantes de calidad.

Los cuatro turistas japoneses no protestaron por la calidad de la comida, sino por el precio, que les pareció un robo. Por eso pusieron la denuncia, tras su excursión a Venecia, en una comisaría de Bolonia, la ciudad en la que residen estos estudiantes universitarios. Como prueba mostraron el recibo de la tarjeta de crédito, pero no la factura fiscal, que el restaurante no les había expedido, motivo por el que se ha puesto la multa.

Dos periodistas de Il Gazzetino fueron al mismo restaurante para realizar el mismo pedido y comprobar lo que costaba realmente. Pidieron un plato similar —el dueño del local les preguntó si eran periodistas— y la cuenta ascendió a 82 euros por persona. El bistec costó 18 euros, el plato de fritura de pescado, 50 euros; el agua, cuatro, más diez euros por la mesa. Después del suceso y basado en estas cifras, la CNN ha hecho pública una lista de lugares a evitar en 2018 donde Venecia es la número 1, en donde Dubrovnik, Santorini y Barcelona acompañan a esta ciudad italiana.

Con este escándalo, que ha tenido gran repercusión internacional, Venecia está recibiendo un grave daño a su imagen. Y parece que no se trata de un grupo aislado. Del grupo de turistas japoneses estafados, formaban parte otras tres estudiantes de la misma nacionalidad que prefirieron comer en la Trattoría Casanova. Estas estudiantes también presentaron denuncias tras pagar 314 euros por dos platos de pasta y un segundo a compartir. Tampoco recibieron factura del local.

La sobreexplotación turística de Venecia, la ciudad del mundo más afectada por esta industria (55.000 habitantes frente a 24 millones de visitantes al año), provoca a menudo este tipo de situaciones. Especialmente con la llegada masiva de cruceros, que ha saturado por completo el espacio y genera una industria de visitas exprés en la que la calidad o la fidelización de los clientes no tiene ningún peso a la hora de ofrecer los productos. Este año han desembarcado 2,5 millones de pasajeros y el encanto de su laguna ha vuelto a convertirse en una grotesca postal con barcos gigantes a pocos metros del Palacio Ducal. De modo que el Gobierno ha aprobado que, desde enero se reduzca de forma gradual el tráfico de estos megabarcos. Una medida que llegó después de que la UNESCO amenazase seriamente con eliminarla de su lista de Patrimonio de la Humanidad si no se actuaba urgentemente.

 

 

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