¿Ya pasaron cinco años? ¡Así es! Hace cinco años que el doblemente oscarizado director mexicano no rueda un largometraje. Exactamente desde El renacido, y que en nuestros cines se estrenó hace algo más de cuatro, en febrero de 2016. Ahora, según informa El Universal, Alejandro González Iñárritu ha vuelto manos a la obra y está buscando localizaciones y realizando pruebas de cámara en escenarios de México.

Otro dato más, hacía 15 años que no rodaba en su país natal, desde algunas de las escenas de Babel (2005) filmadas en Tijuana con Adriana Barraza y Gael García Bernal. De momento el proyecto aún es un misterio. Se desconoce el título, sinopsis del argumento o algún detalle sobre el reparto, pero sí que tenemos una información más que interesante, el director de fotografía con el que está trabajando es Bradford Young. Un aspecto técnico que el cineasta mexicano cuida muchísimo y Young ha sido el responsable de la fotografía de títulos como Han Solo: Una historia de Star Wars, La llegada (por la que fue nominado al Oscar) o Selma. De manera que esta vez no tendrá a Emmanuel Lubezki, su colaborador en El renacido o Birdman (y también el preferido de Alfonso Cuarón, con el que ganó la estatuilla por Gravity, además de dos más por las citadas películas con González Iñárritu).

En cuanto a los testimonios recogidos por El Universal, las pruebas de rodaje se han hecho en el Castillo de Chapultepec y el centro histórico de la misma capital mexicana. Se han visto a figurantes vestidos con trajes de a finales de los 80 o 90 y elementos de decorado y atrezzo que podrían recrear “algo como los programas (de televisión) de hace tiempo”, así como figuras de cartón que representaban a los expresidentes mexicanos Carlos Salinas de Gortari (que fue presidente desde diciembre de 1988 a noviembre de 1994) y José López Portillo (1976 – 1982).

Las dos obras más recientes de González Iñárritu han sido el corto de realidad virtual Carne y arena en 2017, una experiencia en torno a la desgarradora odisea de los migrantes ilegales mexicanos que cruzan la frontera hacia Estados Unidos, y que si son detenidos por las autoridades norteamericanas son encerrados, por tiempo limitado, en las celdas de la patrulla fronteriza (conocidas con el apodo de las “hieleras” a causa del frío que hace en ellas).